viernes, 14 de septiembre de 2018

La enfermedad del soldado




 7 de Julio de 1917. Cresta de Messines


"Mantente a salvo"

La ultima oración y orden que recibió de su madre resonaba en su cabeza. Eran esos minutos de silencio, tensos momentos sin actividad en la trinchera, cuando pensaba. El turno de guardia te obligaba a pensar en medio de toda la quietud, sin poder hacer otra cosa que inundarte en los recuerdos.

Escupió la pasta de tabaco de su boca, tratando de despejar su cabeza. No deseaba recordar los últimos momentos de su familia, no en aquel agujero infernal, no cuando cargaba pecados que nadie debería tener. Aquellas placidas memorias deberían pertenecer a otra persona, no el, no alguien con un alma tan manchada de negro.

-  Esta maldita pierna me esta matando - se quejó su compañero de turno - ¿Donde esta el condenado médico?

El no respondió a sus quejas. Callado, lo observó de reojo, perdiendo el interes al instante, no servía de nada hacer amigos en el frente, tras perder a casi toda su compañia y camaradas en la batalla sabía bien que no valia la pena. La retirada a París lo salvó de morir con ellos, aunque nunca se sintió agradecido por ello.

"- ¡Ayuda!

- ¡Nick!

- ¡Dejalo! ¡Tenemos que irnos!  - Los bombardeos se volieron más seguidos, cayendo uno cerca a los tres hombres, haciendolos caer en una nube de polvo.

-¡Vamos!

La última vista detras suyo fue la de su amigo, con un trozo de metralla clavada en la frente. "

- ¡Creía que no ibas a llegar nunca! - los recuerdos fueron interrumpidos por el ruido de su compañero.


El médico no dijo nada, se aproximo a ellos agachandose levemente con el casco puesto. Se veia desgastado y sucio como todos los soldados encerrados en aquella trinchera. Rebuscando en su bolsa, extrajo una jeringa con la morfina ya puesta en ella.

- No te contengas amigo - estiro el brazo - En verdad necesito esto.

La ligera desesperación en su tono no sorprendió al médico, muchos heridos tratados con morfina se volvían esclavos de ella al poco tiempo. Sin querer mirar el probable rostro euforico del soldado, el médico se deslizó al siguiente puesto de vigilancia, sin sentirse en verdad un médico, solo un distribuidor de drogas.

" - ¡Es una trampa! ¡Retiraos! 

  - ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Vamos!  - indicaba Jhonny - ¡Tu tambien! ¡Te cubriré, así que largate de aquí! -  empezó a disparar a la guarnición enemiga - ¡Rapido! 



 Con el trote cansado y el pitido de sus oidos empeorando, corrió con lo que pudo hacia Jhonny. Casi llegando a el, un sonido atravesó toda el caos de la pelea, el disparo de un francotirador se mantuvo en el aire un segundo, solo un segundo, cuando vió la caida de Jhonny hacia atras, con la espalda al suelo y los brazos inertes. "


" - No te dejaré aquí Miky - dijo mientras soportaba el peso de su amigo en la espalda - Estamos muy cerca de los demás. Solo un poco más joder.

- Hey Scotty...¿sabes...ese par..de ases? - soltó una risa seca - la verdad...es que hice..trampas..

-Entonces no te mueras antes de pagarme - contesto con una media sonrisa - Me debes 50 maldito tramposo, espera a que Buck se entere de esto - se calló al oir pisadas. Bajó a Miky, escondiendolo en una esquina junto a el. 

La patrulla de dos enemigos se alejo lentamente de ellos. 

- Ok Miky, voy a tener que ir un poco más rapido - se aseguró que no hubierán más patrullas cerca - tendrás que apretar tu herida hasta.... - al ver su rostro carente de vida calló. Con un suspiro le cerró los ojos "

- Hey - el toque en su hombro lo sobresaltó, llevando su mano automaticamente a su arma - tranquilo hombre, solo te iba a ofrecer un trago - señaló la botella de su mano.

- No - respondió secamente, ignorandolo para volver a observar la trinchera enemiga, situada a unos pocos metros.

El sonido de un motor a la distancia fue el primer aviso, suficientemente familiar para que su cuerpo se tirase al suelo, buscando un resguardo rapidamente. No esperando ninguna orden, simplemente actuando por experiencia.

-¡Al suelo! - se oyó justo antes de que el primer ataque se iniciara.

Todo duraría un minuto, tal vez dos. La tierra levantada y los gritos de algún herido se escucharon a lo lejos desde su posición. Surgiendo de la barricada bajo tierra, donde se había podido refugiar, intentó volver a su puesto anterior, el polvo no le dejaba ver, así que dirigió la mirada al suelo. Avanzó tres pasos, aún agachado, en dirección recta, hasta poder tocar la pared de tierra y los sacos de arena.

Su pie chocó contra algo metalico a su costado, era el rifle de su compañero actual.

- Oye - llamó sin respuesta - Maldita sea - se arrastró hasta donde suponía que estaba, descubriendolo inconsciente. Llevo dos dedos a su cuello intentado buscarle el pulso, sin poder hallarlo.

El muerto poco a poco se volvió más claro a sus ojos, el polvo levantandose le permitió una mejor mirada de sus facciones, las cuales estaban destruidas por multiples heridas. Tal vez esta fuera la primera vez que lo veía durante más de tres segundos, no siendo una mirada rapida como siempre había hecho.

Viendo al muerto, no pudo evitar pensar.

¿Cuando seré yo?

Sin sentir reparos, empezó a rebuscar en sus bolsillos con la esperanza de encontrar munición y tal vez algún trozo extra de comida. Una hoja doblada sobresalío de su solapa, arrugada y amarillenta, llamando su atención.


- ¿Algún herido? - dijo el médico con otros dos soldados al lado, se acercó a su compañero y tras realizar las mismas comprobaciones que el había hecho, llegó a la misma conclusión - Esta muerto. Carguenlo muchachos.

Una vez se fueron, verificó lo que había podido conseguir. Un paquete de munición, el rifle, una barra de chocolate y...el sobre. Jugueteó con el papel en sus manos, dudoso de leer su contenido. Decididó, lo desdobló, forzando sus ojos a entender la letra gastada de la carta. Pues era una carta, enviada desde Belgica, fechada hacía unos años.

" Vuelve con nosotros "

Volvió a oir las palabras de su familia, esta vez de su padre, en su cabeza. Las palabras de sus recuerdos y de la carta se mezclaban entre sí, teniendo los mismo deseos, las mismas esperanzas, el mismo anhelo del ser querido. El mismo significado, uno al que el le había dado la espalda pero que el muerto había mantenido en su pecho.

Una madre, un padre, y ahora, una hermana. Todos separados por tan solo unos metros de tierra, unos metros que representaban la guerra en si.

-¡Es hora de contratacar muchachos! ¡Las minas estan listas! enseñemosles como se pelea - un coro de gritos respondió con jubilo.

El soldado siguió observando la carta.


7 de julio de 1919.


 - ¡¿No has tenido suficiente?! - gritó el gigante en frente suyo - ¡Solo rindete ingles de mierda! - El puñetazó conecto en su ojo derecho, enviandolo al suelo.

La sangre se le acumuló en la boca, el sabor metalico llenó sus sentidos al igual que hace unos años. Su vista, algo borrosa, escaneó al enorme enemigo delante suyo. Sin dejar de mirarlo escupió el coagulo de sangre, levantandose con los brazos listos para pelear.

- Unos puños tan lentos como los tuyos apenas me hacen algo - sonrió de lado - ¿Vas atacar o no cerdo?

Esperando el gancho de izquierda, se agachó y golpeó con fuerza su grueso esternón, justo en medio de su pecho. El gigante boqueó tras el golpe, no pudiendo moverse por el dolor momentaneo en su respiración, el derechazo que dió el ingles a su mandibula lo tiró al suelo.

La lluvia de golpes en el rostro del gigante fue constante, hasta que el desmayo en su enemigo fuera claro el hombre no pararía de golpear. Una ventaja nunca se había de desperdiciar. Cansado, se levantó de su enemigo, acercandose al organizador de la pelea.

- Mi dinero - reclamó, serio.

- Aqui tienes Scotty - el contento anciano retiró el cigarro de su boca, dandole un grueso sobre -¿Te veré el martes? Un rico de ciudad ha estado alardeando de su nuevo luchador.

- No cuentes con ello - el dinero ganado le duraría por lo menos una semana.

Sin importarle las miradas curiosas, salió del anillo de pelea tranquilamente a paso normal. Como si no tuviera las costillas rotas y el rostro amoratado. El pequeño pueblo frances apenas conocía al extraño ingles que había decidido instalarse con ellos, apareciendo solo en las peleas y en la licoreria del viejo Philipe, apenas salía de la destartalada caravana que le había comprado a la viuda Mary.

Como un fantasma, se había convertido en la comidilla del pueblo, volviendose el unico tema interesante del que hablar. Un terrorista, un ladrón, un profugo, cada semana la gente lo volvía un personaje diferente. A el no le importaba.

De lejos pudo distinguir la caravana, su nuevo agujero. Situado fuera del pueblo, evitaba perfectamente las miradas indiscretas y curiosas. Solo el y su divertida consciencia, junto con una gran variedad de botellas para callarla de vez en cuando.

-Que sitio más asqueroso - escucho a lo lejos la voz de su madre - ¡Tu casa con ruedas es más pequeña que el granero! Oh dios mio ¿Es eso una rata? 

No Ma'a, es solo una pequeña ardilla  

La respuesta de su viejo yo apareció sin más en su cabeza. La sobriedad estaba empezando fastidiarlo más de lo que había hecho alguna vez. Nada más entrar fue en busca del licor, recordaba vagamente haber comprado un Whisky, eso serviría.

- ¿Por que hay tanta basura? - hurgaba entre la pila de papeles raidos que estaban en su diminuta mesa - Allí estas viejo amigo.

Al levantar la botella vió un papel pegado a la base del licor. Amarillento y viejo, era totalmente diferente de los otros envoltorios de comida que llenaban la caravana.

- ¿Una carta?



  

  









   

















 





martes, 10 de julio de 2018

Sueños infantiles





3 de abril del 2027

- ¡Voy a ser una exploradora! - gritó una pequeña niña de coletas negras.

 La clase entera se quedo en silencio tras su declaración, sin entender a la niña. La maestra, sin saber que decir, intento pasar por alto la "profesión" que ella había escogido. En un mundo tan conectado como el que tenían, aquel viejo deseo de explorar la tierra había quedado descartado hace muchp tiempo ¡Incluso el Amazonas había llegado a ser completamente visible a travez de una pantalla!

- ¡Seré un Gamer profesional! - declaró el niño del costado.

- ¡Yo también! - se oyó inmediatamente después.

Tras la larga jornada escolar, la maestra empezó a recoger los diversos juguetes que los niños habían dejado tirados por toda la habitación. Solo quedaban tres niños esperando a sus padres, muy entretenidos entre ellos hablando de la profesión que habían escogido.

- ¡Clavaré una gran bandera en la Luna con mi nombre! - el chico se veia bastante complacido.

- ¡Yo tendré el coche más rapido que existe! - dijo con las manos levantadas, entusiasmado con la idea.

- ¡Yo descubriré un montón de sitios nuevos y haré muchas fotos!

- ¿Sitios nuevos?  ¿Que sitios nuevos? - preguntó el futuro piloto de carreras.

- Pfff, no existen sitios nuevos  - contestó el futuro astronauta - esos tipos solo se hacen fotos a si mismos para que otros lo vean en lugares famosos.

- ¡No! ¡Los exploradores viajan por muchos sitios nuevos! ¡Ellos tienen muchas aventuras! No se hacen fotos a ellos mismos sino a los sitios nuevos que descubren y....

- ¡Jajajajaja! ¿Que estas diciendo? - se dobló de la risa

- No existe un trabajo tan raro - comentó el otro niño entre risas.

- ¡Si existe!

- Seguro que te lo has inventado todo ¿no?  Eres una mentirosa

- ¡No lo soy!

- Mentirosa ~ Mentirosa  ~ - empezarón a cantar los dos.

- ¡Ustedes dos! - grito la maestra al ver lagrimas en el rostro de la niña - ¡Basta!

- Mentirosa~ Mentirosa ~

- ¡No! ¡ No lo soy!

- Colette - todos se volvieron a la nueva voz.

La mujer de ojos rasgados y pelo negro azabache observaba la escena con seriedad. Los niños se sintieron intimidados ante sus ojos frios, callandose delante de ella sin atreverse a hablar. La maestra sintió tambien deseos de desviar la mirada, sus ojos marron oscuros mostraban un destello de molestia que la ponía nerviosa.

- ¡Mamá! - gritó la niña mientras se aferraba a los pantalones de la mujer - ¡Mamá!

Sin prestar atención a los demás, acomodó las bolsas de plastico en sus brazos para hacer espacio a su hija, a quien levantó en brazos acunandola contra su cuello.

- Perdón por mi tardanza, intenté venir lo antes posible.

- No hay problema - respondió la maestra, nerviosa incluso cuando veia marchar a la mujer con su hija.

...

- Ya ya Colette, tranquila - arrullaba la mujer a su hija, intentando tranquilizarla.

- No soy una mentirosa, pero ellos no me creyeron...¿Por que no me creyeron mamá? 

- Ellos no lo saben cariño - pasó las manos por los cabellos negros de su hija - Ellos creen que las personas ya han descubierto todo lo que existe. 

-¿Por que? 

- Escucha cariño - la mujer bajo a su hija de sus brazos - tienes que prometerme guardar todo lo que nosotras sabemos en secreto ¿Me lo prometes? 

- ¿Incluso las historias?

- Sobretodo las historias. 

- mmmm - con mala cara la niña asintió - Esta bien....

- ¡Muy bien! - la tomó de la mano - Como premio hoy te voy a contar sobre el mundo Glosark.

- ¿Glosark? ¿Acabaras primero de contarme sobre Ferk..Ferkis?

- Friksen - la corrigió ella, con una sonrisa - De acuerdo, primero acabaré Friksen y luego te contaré sobre Glosark.

- ¡Si! 

...

- ¿Y las personas no tienen miedo? - preguntó la pequeña Colette desde su cama - Los lagartos son feos, si son tan grandes seguro que parecen monstruos - añadió, con una mueca de asco.

- Al principio tuvieron tanto miedo que pelearon con los Glurs para intentar echarlos fuera - explicaba su madre, sentada en la cama de la niña - Pero entonces un humano se levantó y preguntó a los Glurs por que peleaban. 

- Seguro que dijo "Por que os quiero comer" 

- ¡Chss! Dejame hablar Colette - la niña calló - Y no, ellos no dijeron eso, los Glurs no comen carne para empezar. Ellos dijeron "Solo nos estamos defendiendo"  

- ¿Defendiendo? - Colette se llevo las manos a la boca al darse cuenta de que había hablado.

- Los Glurs llevaban viviendo en Glosark desde hace mucho tiempo, para ellos, ese era su hogar - dio un vistazo a su reloj - Ya es bastante tarde, vamos a dejarlo por hoy.

- Noooo.....

- A dormir - empezó a salir del cuarto de su hija - y recuerda, esto será....

- ¡Nuestro secreto! - acabó ella. 

 


 

 

 







domingo, 8 de julio de 2018

Sobrevivir



Click Click Click

Las gotas de lluvia caían cada vez más rápido por el momento. Su capucha impermeable goteaba en los costados, siendo ineficaz en su cometido ante el intenso diluvio que caía.

La espera estaba costando más de lo que creía para su agrado.

El trueno cayó sobre el cielo, cargando el ambiente con su atronador sonido. Distrayéndole de su incomodidad, alejándolo de los pensamientos presentes para volver atrás en los años.

Recordaba su primera tormenta, el primer sentimiento de miedo intenso que le hizo llorar en su habitación. La presencia de su padre en aquel entonces había sido tan reconfortante, como un héroe que venía a librarlo de los monstruos.

Sus ojos nebulosos veían las oscuras nubes en el cielo, el atronador ruido apenas percibido. Los recuerdos fueron demasiado absorbentes.

La bocina de un coche lo despertó de aquel trance. Intranquilo, observó el reloj de su muñeca, esperando no haber estado demasiado tiempo en sus ensoñaciones.
El objetivo surgió del edificio tal como había planeado. Su fino traje estaba cubierto por un gran abrigo, ahora empapado, mientras corría con maletín en mano.

Se reprendió brevemente antes de comenzar a seguirlo. Si no hubiera despertado a tiempo, el objetivo habría escapado. Se mantuvo en la calle paralela a donde el estaba, manteniéndose en las sombras de los locales para no ser notado. El objetivo giró por su callejón habitual, un atajo para llegar más rápido a su destino. Conociendo su ruta, adelantó el paso hasta estar de espaldas a el, solo a un par de metros.

No había nadie, los alrededores se encontraban despoblados por la intensa lluvia que aún caía. Su visión se vio reducida por aquel molesto hecho, pero no le importaba.
El cuchillo se amoldó fácilmente en su mano. Encajando con parsimonia en la palma y adaptándose a sus dedos. Su antiguo yo, quien apenas reconocía el peso de una pistola cargada, desapareció de su memoria.

Corrió tras el. 

Sin preocuparse en esconderse, ya que cualquiera pensaría que se afanaba en volver a casa o buscar un resguardo. No existía peligro en ser descubierto. A tan solo unos dos pasos, con el cuchillo delante suyo, y el brazo ya estirado en medio del apuñalamiento. El se giró.

¿Qué provocó aquella acción? ¿Qué lo había delatado? Aquellas preguntas surgieron cuando sus ojos se encontraron, pero fueron enterradas en un segundo. No había tiempo, pelear o caer en aquellos momentos.

Se agachó, esquivando el codazo del objetivo. El desconcierto fue su oportunidad, clavó el filo hasta la empuñadura en su muslo izquierdo.

El hombre se encogió de dolor, llevando sus manos a la parte herida. Sin perder tiempo, se apoderó del maletín caído, siendo este su primordial objetivo. 

Observó al indefenso hombre en esos instantes. 

Se acercó a su lado poniéndose a su nivel, sabía perfectamente que él no podía verle el rostro. Solo sus ojos se encontraban al descubierto. Arrancó el cuchillo de golpe, provocando un siseo de dolor para su victima. El charco de sangre se formó en el reguero de agua que caía y caía.

El hombre herido pensó que aquella era su muerte, sin miedo, gruño a su atacante. Mostrándose más furioso que asustado.

Al día siguiente las noticias emitirían imágenes de un robo en un supermercado, la estación de policía tendría una denuncia por robo a mano armada y la confusa víctima se preguntaría por qué el cuchillo no se llegó nunca a acercar a su corazón.

-Pensé que ya no tenías problemas en el “horrible” acto de matar – se burló su mentor, mientras leía la prensa.


-La misión era conseguir el maletín – replicó el chico –Si matar no es necesario entonces no hay necesidad de complicarse.

- Que educado~  -soltó una risa – El asesino caballeroso, me gusta como suena.

-Tu mismo lo dijiste “ comer o ser comido” –se comenzó a servir su taza diaria de café – Yo lo único que busco es sobrevivir.

- Que aburrido llegas a ser Jerome –contestó - Supongo que seré el divertido de nuestro equipo.



Difuso [Drama/Horror]


-Solo existe una razón Jamie - el tono se volvió seco - Pero nadie lo entiende, todos son tan estúpidos, somos tan estúpidos.... - se oyó una risa baja - ¡Es irónico! Los listos fueron los primeros en morir ¿Verdad? - el ratón de su hombro chirrió en respuesta - Tienes razón, tienes razón, soy tan descortés ¿No lo crees Jerome?
Las lágrimas de su rostro bajaban por sus mejillas, observando al alto sujeto balancear el gran machete de su mano. Su risa era grave, provocando escalofríos en su columna al oírla, apenas podía moverse atado como estaba y la mordaza le impedía soltar los gritos que subían a su garganta.
-Jerome, Jerome, Jerome. Es un nombre curioso, ¿No crees? Seguro que no lo llevas muy bien en el colegio - se situó a su lado, recostado en la pared, en cuclillas - ¿Sabes por qué estás aquí?
El chico miró el afilado cuchillo aún en su mano, sin dejar de verlo, negó con la cabeza.
-¡Claro que no lo sabes! Si lo supieras entonces no estarías aquí - juntó su cabeza a la suya, susurrando - ¿Quieres saber? - pasó el cuchillo por su mejilla - Por que te lo puedo decir, aunque así no sería divertido.
La risa volvió a salir del hombre, alejándose del niño atado en la esquina. Empezó a tararear mientras caminaba hacia una gran pantalla que había en la habitación.
-¿Sabes que significa "ser bueno" Jerome? - el hombre volvió a acercarse, esta vez con el machete apuntándole - Significa seguir las normas, significa ser obediente y callar por qué los "demás" lo quieren ¿Por qué está mal mentir? ¿Por qué es malo robar? ¿Por qué es horrible matar? - la hoja del cuchillo se posó en el cuello del muchacho - Es para que ellos vivan - la hoja cayó al segundo, cortando las ligaduras de las muñecas del chico - Por qué si los que pueden ganar lo hacen, ellos pierden - Le retiró la mordaza mientras volvía a reír.
Jerome se sintió indefenso. Aún siendo desatado, la figura del alto hombre lo intimidaba. Sin moverse, se quedó en la esquina de la habitación, temblando mientras entre gemidos llamaba a su padre. Deseando, anhelando desde lo más hondo, que viniera a salvarlo. Se lo imaginaba vestido con su uniforme de policía, pistola en mano, atravesando la puerta, corriendo a su lado.
- ¡Creo que nuestro protagonista ha llegado! - el se volteó al muchacho - Va a empezar la película Jerome ~
Asomó un ojo, por temor a desobedecerlo, sorprendiéndose al instante al ver a su padre en la pantalla. Estaba vestido tal como se lo imaginó, una esperanza renovada lo invadió, en la imagen se le veía en una habitación parecida a donde estaban ¿Lo estaría buscando?
Súbitamente, surgió una chica en la imagen. Una manta blanca era lo único que la cubría, su cabello estaba desordenado y empezó a llorar al ver a su padre entrar.
-P-por favor... quiero irme a casa... - decía entre hipidos - no más...p-por favor...
-Shhh - su padre dejo su gorra en la mesilla, al costado de la cama - Tienes que cumplir el castigo, no se debe robar, has de aprender la lección - empezó a desabotonar su camisa.
-..¡No!..¡P-Por favor, Señor!....
Lo vio todo.
Cada movimiento y acción de la pantalla. Los gritos que nunca pararon, las manos, que hacía tan poco esculpieron un perro en la madera, ahora recorrían un camino completamente diferente. Observó cómo la muchacha se encogía de dolor. Observó cómo el tajo de vidrio en su mano intentó cortar a su irreconocible padre.
Observó cómo la paliza acababa en una muerte, seguramente buscada por la misma chica.
La pantalla se apagó.
- Ah...los dramas de amor siempre acaban en muerte ¿No crees? Por eso no me gustan demasiado, son tan predecibles que aburren - abrió la puerta de la habitación - Es hora de irnos - el ratón chilló - ¡Oh sí! Casi olvidó mi sombrero.
Jerome siguió congelado en su esquina, aún viendo la pantalla oscurecida, vigilandola como si en algún momento se fuera a encender. No creyendo en nada de lo que había visto, era imposible.
Un engaño, una mentira, un truco.
-Vamos Jerome~, no queremos llegar tarde - la voz impaciente del hombre le insto a seguirlo.
Atravesaron un pasillo oscuro, poco iluminado y angosto. El hombre volvió a tararear sin dejar de balancear el machete, poniéndolo nervioso. Viendo a los lados, intentó buscar alguna puerta o salida. Pero no había nada.
-Solo para ti, tenemos una tarjeta VIP para conocer a los actores ¡Qué emoción!
Entraron a traves de una cortina, revelando una pequeña sala en donde vio a su padre atado a una viga. Ensangrentado de arriba a abajo, con heridas en los brazos y un charco de sangre a sus pies.
-¡Papá! - corrió al verlo.
El alzó su cabeza, extrañamente sin ninguna herida en el rostro.
-¡Jerome!
-¡Me encantan las reuniones familiares! - intervino el hombre - Están llenas de tanto amor... - sonrió al padre - Aunque no sea del que usted disfruta tanto - Apoyó una mano en el hombro del chico - Bueno, aquí mi pequeño amigo tiene algunas preguntas sobre nuestro primer proyecto en video juntos.
-¿Q-Que? - El policía parecía angustiado - ¿Jerome?
- El me obligó a verlo, pero, yo-
- ¡¿QUE LE HAS ENSEÑADO A MI HIJO?! - gritó el policía al hombre - ¿QUE HAS HECHO?
El hombre se empezó a reír. Reía y reía sin parar hasta acabar encorvado, sujetándose el estomago a la vez que una mano extendida se apoyaba en el suelo.
-¿Tu...pffff...de verdad preguntas eso?
Jerome vio lo alterado que estaba su padre, revolviéndose entre las ligaduras tanto como podía. Su camisa se abrió entre tirón y tirón, y fue allí, en ese momento, que lo vió.
Una herida.
Un rasguño, solo una tajada.
La misma que había visto hacer la chica contra su padre.
Sintió ganas de vomitar. Quería correr, huir, despertar de está horrible pesadilla. Abriría los ojos, correría a buscar a su verdadero padre y borraría el mal sabor de boca que este sueño le causaba.
"Quiero despertar" pensaba
-Ah...creo que nuestro Jerome lo entendió - dijo el hombre al verle.
-¿Jerome? - el policía lo vio preocupado - ¿Jerome?
-¿Por qué? - soltó el.
-¡No le creas Jerome! ¡Todo es mentira!
-¡NO ME MIENTAS MÁS! SOLO...¿POR QUE?
-Esta bien, está bien - intentó calmarlo el policía - Eso fue un error, lo admito, pero no creas que era una chica inocente. Jamás haría eso a un inocente. Esa ladrona había robado a tres familias, dos estuvieron a punto de sucumbir a lo peor - nervioso, siguió hablando - El hijo menor de uno de ellos se metió a traficar con drogas solo para poder alimentar a su familia. ¿Crees que ella merecía un buen trato en una celda, solo para soltarla al cabo de una semana por falta de pruebas?
-¡Que injusticia! - comentó el secuestrador.
-Ya eres suficientemente mayor para saberlo hijo. El mundo no es perfecto, yo no soy perfecto.
- Y se nos acabó el tiempo para tus disculpas- anunció el hombre - ¡Un momento! Si no te has disculpado, oh esta gente de hoy en día, que poco educada.
Jerome se mantuvo callado.
- ¿De que sirve pensarlo? - el presionó un dedo en la mejilla del policía - Ellos nunca se disculparan. Forzar a la gente está mal pero por diversas razones ahora está bien, no se puede robar y aún así la víctima es un ladrón que merece nuestra compasión, es horrible matar pero simplemente actuaba en defensa propia ¿No? - El policía evitó su mirada.
-Demasiado predecibles.... - se alejó, aburrido, dándole una pistola al muchacho - ¿Que está bien? ¿Que está mal? Eso no importa, nunca ha importado, este es un mundo en donde comes o eres comido - Se alejó a la salida - En un sitio así, ¿Que hay de malo en buscar tu propia fortuna? - Se marchó.
Los dos se quedaron solos. El chico seguía conmocionado por todo, ¿Este era el mismo hombre que le había enseñado a no golpear a las mujeres? ¿El mismo que ayudó a sus vecinos en medio de la noche?
No tenía sentido.
-¡Rápido! - le susurró el - Dispara a mis ligaduras, el bastardo me ha encadenado con mis propias esposas - movió sus brazos - Apunta al centro, lo mantendré tensó para que puedas romperlo.
Se veía desesperado mientras hablaba, el sudor de su frente se acumulaba, resbalándose por todo su rostro. Sus movimientos frenéticos eran los de un loco.
El aire se sentía pesado a su alrededor. Bochornoso, cargado, y en medio de aquello estaba su padre. Un hombre que no parecía avergonzado por ser descubierto, simplemente desesperado en escapar ahora que tenía oportunidad. ¿Este era el "instinto animal" del que sus libros hablaban? ¿El que buscaba la simple supervivencia?
La pistola en su mano se sentía pesada.
El hombre delante suyo no parecía su padre. Era una parodia horrible de la persona que el creía, arruinando la imagen que él tenía, mostrándole la peor versión de su persona.
-¡Rápido Jerome!
¿Que pasaría después de soltarlo? ¿Tan siquiera podrían escapar de aquel lugar? ¿Buscaría el perdón, una vez que su vida ya no estuviera en juego?
-¿Que estás haciendo? - lo apresuró el, enseñándole sus manos esposadas - ¡Dispara!
Tenía muchas dudas, no sabía que iba a pasar. Pero en ese momento, solo sabía que aquella persona no podía ser su padre, su única familia.
Se negaba a aceptar está horrible imagen de su mayor héroe.
- Papá - le llamó el - Te quiero.
El disparo resonó en la habitación. Sin silenciador en el arma, el ruido se oyó perfectamente desde fuera, donde el secuestrador estaba apoyado. Esperando, con una sonrisa.
El chico emergió de la habitación. Sin miedo, sin sentimiento, no tenía ya un lugar al que volver. La angustia de no volver a su hogar dejo de existir.
-Te odio - dijo al verlo allí, al costado de la puerta, sin nunca haberse ido realmente, como si hubiera sabido desde el principio que iba a pasar.
-Lo sé mi querido aprendiz - lo rodeó con un brazo - Lo sé.

sorpresa 3/3


Jamás pensó que volvería a estar delante de este portón.
Madera pulida de un blanco brillante, con remates de oro y una entrada impecable que daba toda la sensación de una casa de alta clase. No es como si ella no estuviera familiarizada con esta imagen, más bien, la consideraba demasiado familiar para su gusto.
-Será mejor que hable yo - dijo, mientras detenía al teniente de avanzar hacia la puerta. Este observó, claramente aún enojado, su mano en su pecho para luego mirarla a ella. Exigiéndole silenciosamente las razones tras sus palabras - Conozco a mi tía y no es fácil de tratar. Por ahora no mencione que es policía, por nada del mundo diga que es neoyorquino, tenga las manos tras la espalda y reze para encontrarla de buen humor.
Con la mano temblorosa se acercó al timbre. ¿Por qué estaba haciendo esto? Su hermano menor debería estar aquí y no ella, los cargos del chantaje eran sobre el, nadie más, pero ella se conocía muy bien. Sus hermanos eran una de las pocas cosas que le importaban, y aquel teniente lo había descubierto rápidamente .
-¿Va a llamar o no? - preguntó impaciente el hombre.
- Con usted todo es sonrisas y alegrías ¿Verdad?... - mencionó a lo bajo, intentando usarlo de distracción suficiente para no pensar.
El timbre sonó tal y como ella lo recordaba, el rechinar de la madera al otro lado siguió el mismo patrón de ruido. Era como si volviera en el tiempo, sentía su mente regresar años atrás, recordando sentimientos que hacía mucho había enterrado.
- ¡Mira a quien tenemos aquí! - exclamó su tía nada más verla, arrastrándola dentro sin mirar a su segundo invitado - Has tardado mucho en volver jovencita, ya le decía yo a tu madre "Evelyn, tranquila, que la muchacha solo está pasando por una fase" pero ella no me escuchaba, tu madre es una de las personas más tercas que he conocido - El parloteo de su tía la mareaba, apenas dándose cuenta, ya habían llegado al salóncito.
...
El Teniente mostraba una sonrisa, diviertiendose del espectáculo mientras las seguía dentro.
- El pobre Robert se quedó destrozado cuando supo tu marcha. Supongo que lo estarás buscando- continuaba su tía, dando la espalda al Teniente - Todos sabíamos cuan bien os llevabais, sobretodo después de encontrarlos a los dos en aquella situación tan vergonzosa en Navidad.... - las mejillas de ella se tiñeron de rojo, seguramente recordando aquel día.
-Ejem - intervino el Teniente, llamando la atención.
-¡Oh! Siento mis modales señor....
- Jackson señora, Tom Jackson
-Muy bien, señor Jackson, ¿Que está haciendo en mi casa? - una pregunta un tanto tarde, cuando él ya había entrado y atravesado todo el lugar.
Miró de reojo a la mujer. Desde el principio había esperado que ella contestará a esa pregunta, el no sabía cuál excusa sería más creíble a ojos de esta señora.
La única pista que ella lanzó fueron diversas señas con sus manos, incomprensibles para el.
- Soy el acompañante de la señorita Rosemund- respondió, improvisando.
-¿Acompañante? - la señora agrandó los ojos - Katherine Jayne Rosemunde, nunca imaginé que contratarías ese servicio - la señora repasó al hombre con los ojos, de arriba a abajo - Entonces...¿Jackson es su nombre artístico?
-¡Es un malentendido! - la cortó ella - ¡Por supuesto que no he hecho tal cosa! ¡El es un amigo! - la risa burbujeaba en el pecho de Tom ante el desarrollo de la conversación - Hemos venido a buscar un libro de la biblioteca, Tom es historiador y cuando supo que mi familia lo tenía me lo pidió prestado.
- Entiendo, bueno, no tengo problema en que echéis un vistazo. Robert vendrá pronto así que estaré aquí en el salón por si necesitáis algo.
-Gracias Tía
Kate arrastró rápidamente al Teniente dentro del pasillo. La casa podía llegar a ser un laberinto para un desconocido, con tantos pasillos continuos y habitaciones a los lados. Una vez llegaron a la habitación, la mujer empezó a dar vueltas por las estanterías, como si buscara un libro en particular.
-¿En verdad hemos venido a buscar un libro?
-Callese y déjeme concentrarme - Kate junto el rostro a las estanterías de costado, buscando libros que sobresalieran de los demás.
-¿Tiene una compuerta secreta o algo así?
-Shhh
Jackson no sabía si sentirse intrigado o desconcertado ante la extraña postura de la mujer. Doblada en dos, con el oído izquierdo pegado a los libros, como si intentará escuchar algo tras las estanterias. Tras el incidente de la pistola había decidido no subestimarla, pero en verdad era difícil cuando se encontraba en una postura tan absurda como esa.
Pronto sus ojos se enfocaron en una parte suya, bastante atractiva, que estaba completamente a la vista. Su pequeño y curvo trasero se le mostraba fácilmente en aquella postura.
-¿Katherine? - La espalda de ella se irguió rápidamente al escuchar su nombre. En el umbral se encontraba un alto hombre vistiendo un traje de aspecto caro, por la mirada que le estaba dando suponía que lo había atrapado en medio de su observación.
-¡Robert! - claramente estaba nerviosa - Pensé que estarías con la Tía.
-Tu hermano me llamó - se giró hacia el - Usted debe de ser el policía.
-Teniente Tom Jackson
-Robert Johnson - el apretón de manos fue más fuerte de lo habitual - Asumo que estareis buscando el escondite habitual.
- Estoy segura que estaba entre la sección de novelas policíacas.
-Mi querida madre se ha declinado estos días por un estilo algo más morboso. Tendrás que buscar por las novelas negras
Mientras ella se dirigía al otro extremo de la habitación, el observó al hombre trajeado. Alto y ancho de espaldas, tenía un porte atlético que le favorecía mucho en corpulencia. Este, a su vez, también le observaba, dándole una mirada nada amigable.
-Entiendo que una vez recuperado lo que esté buscando, dejará a Katherine en paz ¿Verdad? - dijo en voz baja, el tono autoritario le molestó enormemente.
-¡Lo encontré!
Confuso, la vio empezar a retirar varios libros de la estantería, dejándolos en el suelo formando una pila.
-¿Katherine? - se oyó por el pasillo, una voz femenina diferente al de la señora.
-¡Maldición! - dijo ella - ¿Cómo ha podido llegar tan rápido?
-Seguro que mi madre tiene algo que ver - respondió Robert - Iré a distraerla.
Metiendo el brazo dentro de la estantería, retiró un pequeño bolso de mano negro.
-Tenemos que irnos
...
Estaba encerrada en un armario.
Otra vez.
Con el mismo tipo.
Otra vez.
Suspiró.
-Ha sido usted quien nos ha metido aquí dentro, esta vez - comentó el teniente.
-Lo sé.
Apretujados. Ella volvió a notar todo su cuerpo firme contra ella, todo estaba yendo tan mal que solo tenía ganas de arrodillarse y rendirse.
-¿Puedo saber de quién huimos ahora?
-Mi madre
-¿Su madre?
-Si nos encuentra estaremos encerrados en esta casa, sin ver el exterior, hasta finales de mes, eso es lo único que debe saber - el enarco una ceja ante sus palabras.
- Veo que su tía no es la única persona peculiar en su familia.
-Oh cállese, si no tuviera que buscar este estúpido bolso no estaría aquí - presionó un dedo contra su pecho- Por su culpa tendré que escuchar "las mil y un razones para ser un hipócrita", a continuación, el discurso de por qué no debo actuar como "una simple ignorante", y todo, por qué mi madre no acepta mi estilo de vida - su dedo taladraba el pecho del teniente mientras ella dejaba ir su frustración.
-Creo que es suficiente - le sujeto la mano, parandola.
-Suelteme
Ambos se retaron con los ojos, ninguno dispuesto a ceder terreno ante las órdenes del otro.
No sabían quién comenzó, ni en qué momento se habían acercado tanto.
A ninguno le importaba lo suficiente. Solo se dejaron llevar por el impulso cuando sus bocas se encontraron.
Un minuto, dos, el tiempo ya no existía para ellos. Sus manos corrían libres sobre el otro mientras se juntaban y volvían a juntar.
La razón se escapó de su cabeza, no pensando en las consecuencias ni en donde estaban.
-Tenemos que parar - logró decir ella, jadeando, cuando la necesidad de aire los hizo separarse.
La puerta se abrió repentinamente, sorprendiendolos cuando la luz inundó todo el espacio.
- Ya podéis salir - gruñó Robert al verlos tan desaliñados - Mi madre y la tía están en la cocina, será mejor que os vayáis antes de que os encuentren.
...
Fuera de la casa, los dos se sintieron incómodos. Lo que había pasado en el armario parecía tan irreal ahora que volvían a pensar con claridad.
Aún con la cabeza en las nubes, ella busco el tubo de rímel para evitar verlo hasta lograr calmarse. El pequeño objeto estuvo en su mano unos segundos de mas, logrando controlar el sonrojo del rostro lo saco del bolso.
-Aqui tiene Teniente
Como un robot, el hombre lo recogió. Su expresión estaba en blanco, pareciendo fuera de lugar.
-....que tenga un buen día y...gracias por su colaboración - teniendo la intención de irse se detuvo por un segundo para luego volver a continuar su marcha.
Ella también se dio la vuelta, dirigiéndose a su apartamento con mil pensamientos en su cabeza. ¿Que había sucedido? ¿En qué momento...
-Señorita Rosemunde - la llamó el Teniente por detrás, se le veía ansioso de alguna manera- Yo, no creo que sea "una simple ignorante"
Cuando su dispersa mente captó las palabras el hombre ya se había ido. Sin ver la sonrisa agradecida que lucía ella ahora.
"Supongo que no era tan malo después de todo...." Pensó
...
-¡Entonces Jason miró atrás y vio que su cita ya no estaba! La cara que puso fue tan... - Kate se veía inmersa en sus pensamientos - Ya no lo aguanto más, esto se va acabar ahora.
-¿Q-Que? - preguntó ella, ahora prestando verdadera atención a su hermano - ¿Qué dices?
- ¡Llevas así una semana! Me vas a decir ahora mismo que te pasa.
-Solo estoy cansada - rodó los ojos - Iré a tomar algo de aire fresco, puedes quedarte todo el tiempo que quieras - ignorando a su hermano, se puso una chaqueta encima y cogió las llaves al salir.
¿Tanto se notaba? Era verdad que estaba distraída, pero no creía que fuera tan frecuente como su hermano se lo había hecho notar. Se preguntó brevemente que estaría haciendo el teniente ¿Le habría afectado tanto como a ella?
...
El puñetazo sacudió fuertemente el saco de boxeo. Se encontraba solo en el gran gimnasio del recinto policial situado en el sótano. Eran contadas las veces que había usado las instalaciones, pero está vez lo veía necesario.
"Sal de mi cabeza" pensaba, cuando el recuerdo de ella volvía a agobiarlo.
-Te noto rabioso
Se giró sorprendido, encontrándose a Dean, un colega, en la puerta.
-No es nada
-El pobre saco de boxeo apaleado te contradice, amigo - se acercó - ¿Que problema puede tener alguien como tú? Estás nadando en dinero, tienes una carrera estable y no tienes dificultad en conseguir una mujer en tu brazo.
- Solo tengo algunas dudas respecto al caso.
-El caso está cerrado Tom. No te martirices con ese tema, tienes que distraerte, yo y algunos más estaremos en el bar de siempre. Eres libre de unirte.
-Lo pensaré.
...
El aire era frío por la noche. Su chaqueta ligera, perfectamente cómoda por la tarde, ahora no la abrigaba lo suficiente. Con la esperanza de un chocolate caliente aceleró sus pasos hacia su piso.
Una enorme mole envuelta en un abrigo negro surgió del portal.
-¿Teniente? - apenas lo reconocía con su ligero balanceo y cabellos desordenados.
-¡N-No! ¡No te dejaré hacerlo de nuevo! - gritaba el, claramente borracho.
-¿Hacer el que? - ver al formal Teniente en ese estado le resultaba divertido.
-¡Meterte en mi cabeza!
Esa declaración la dejo helada. ¿Que había dicho? ¿Acaso se refería a lo que ella estaba pensando? Su pecho empezó a palpitar y sus manos a sudar, el teniente no parecía avergonzado en nada ante sus palabras. Seguía balanceándose de costado a costado con los ojos algo desenfocados.
-No d-dejare que mme vuelvas a molestar - la señaló el - T-tengo taaanto trabajo que no necesito distrac-hip-ciones - se acercó - E-Este sí es el adiós.
Tan cerca como estaba, le vino un dejavu sobre su anterior situación. Las sensaciones anteriores volvieron, recorriendole el cuerpo más y más a medida que su pecho se inclinaba hacia ella. Sus su rostro desenfocado se centró en ella, pudiendo ver una luz de lucidez en su rostro.
Cerca.
Hasta que su frente se apoyó en su hombro. Desmayado, al parecer, en un momento tan crucial.
-Ah...- suspiró
La gran mole que era el Teniente se apoyaba completamente en ella, haciéndolo doler algo el hombro. Pronto, ella tendría que meterlo en casa de alguna forma. Pronto, tendría que tener una charla "divertida" con el, sobre algunas cosas.
Pero, ahora, ella pasó un brazo a su espalda, acercandose a su oido, para susurrar.
-Tu también me gustas